¿El Papa Francisco tenía sueldo? La verdad sobre los salarios en el Vaticano
La incógnita sobre los salarios y la estructura económica interna del Vaticano volvió a surgir tras la muerte del papa Francisco. A pesar de su rol como jefe de Estado y máxima autoridad religiosa, Francisco no tenía una retribución fija, ya que todas sus necesidades eran cubiertas por el aparato vaticano. En definitiva, su cargo estaba más vinculado al servicio que al beneficio económico.
Desde su llegada al trono de Pedro en 2013, Jorge Bergoglio impuso un estilo radicalmente distinto. Rechazó el lujoso Palacio Apostólico y prefirió vivir en la más humilde Casa Santa Marta.
En el documental Amén. Francisco responde, dirigido por Jordi Évole, el propio pontífice lo dejó claro: “A mí no me pagan nada. Si necesito algo, lo pido”. Esta respuesta, lanzada con franqueza ante un grupo de jóvenes, reveló la coherencia entre su mensaje de austeridad y su vida cotidiana.
Claro que esa lógica no se aplica a todos en el Vaticano. Los integrantes de la Curia romana, que gestionan la administración de la Iglesia, sí perciben sueldos.
Los cardenales que ocupan cargos estratégicos pueden ganar hasta 5.000 euros mensuales, mientras que obispos y sacerdotes reciben cifras más modestas, entre 1.500 y 2.500 euros. Por su parte, los empleados laicos, que van desde técnicos hasta guardias, tienen salarios que oscilan entre 1.200 y 3.000 euros, además de beneficios como viviendas subvencionadas y cobertura médica.
¿De dónde sale todo ese dinero?
Los fondos provienen de una mezcla de donaciones, especialmente del Óbolo de San Pedro, ingresos por turismo religioso, venta de monedas y sellos conmemorativos, y diversas inversiones que administra la Santa Sede. Sin embargo, la crisis golpeó también a este microestado. En 2021, Francisco ordenó recortes salariales a los altos cargos para aliviar las finanzas tras el impacto de la pandemia. Fue otra señal de su compromiso con una Iglesia menos opulenta.
El estilo austero del Papa argentino no fue una pose de marketing espiritual: ya en Buenos Aires viajaba en colectivo y vivía en un departamento común. En Roma, continuó esa línea, rechazando vehículos lujosos y desplazándose en un sencillo Ford Focus. En tiempos donde la transparencia y la coherencia son bienes escasos, Francisco vivió (y murió) fiel a su vocación de humildad.