En medio del último y multitudinario adiós al papa Francisco en el Vaticano, un gesto simple y poderoso rompió el rígido protocolo del event: Sor Geneviève Jeanningros, de 81 años, caminó hasta el féretro con una mochila verde al hombro y se detuvo a rezar en silencio.

Ningún guardia se atrevió a detenerla. La escena fue tan emotiva como disruptiva, porque ella no estaba autorizada para acercarse, pero lo hizo de todos modos. Era la sobrina de Léonie Duquet, una de las monjas desaparecidas durante la dictadura argentina.

En una emotiva secuencia, la mujer no formaba parte del séquito de cardenales y obispos que podían acercarse, pero desafió el protocolo como símbolo de amor, rebeldía y gratitud. Fue un instante de humanidad que sobresalió en una ceremonia marcada por la solemnidad, la seguridad extrema y la rigidez del ceremonial papal.

Sin embargo, Sor Geneviève no es una figura improvisada. Lleva más de medio siglo dedicada a acompañar a los marginados de Roma: personas trans, feriantes, prostitutas, migrantes. Vive en una caravana en Ostia, en los márgenes de la ciudad eterna, junto a otra hermana, y desde allí construyó puentes entre los olvidados y el Papa. Su apodo entre los allegados era “l’enfant terrible”, una forma afectuosa con la que Francisco reconocía su carácter firme y su compromiso inquebrantable.

Durante años, fue ella quien llevó al Vaticano a comunidades que vivían fuera del radar, incluso durante la pandemia, cuando organizó asistencia con el limosnero papal, Konrad Krajewski.

Gracias a su gestión, en 2024 Francisco visitó el parque de diversiones de Ostia, donde escuchó los testimonios de feriantes y artistas. Su labor fue tan visible como incómoda para los sectores más conservadores de la Iglesia.

La relación entre Francisco y Geneviève trascendía lo institucional. Compartían una visión común: que el Evangelio se vive en la calle, con quienes más lo necesitan. En varias ocasiones, ella le llevó fotos de personas trans que el Papa había conocido y que luego fueron asesinadas. “Él lloró y rezó por ellas”, contó.