La muerte de Bergoglio, la hipocresía de los políticos y la vulgaridad intelectual del kirchnerismo
Muchas de las cosas que se están diciendo sobre la figura del Papa Francisco me dan un poco de vergüenza ajena. Los políticos vienen mostrando el poco valor que tiene la palabra en la Argentina.
Milei dijo que "el Papa Francisco ha sido el argentino más importante de la historia". Independientemente de lo discutible de esa afirmación presidencial, es lógico recordar que en la campaña electoral Milei había dicho que "Bergoglio era el representante del Maligno en la tierra".
También había afirmado: "Hay que decirle al imbécil que está en Roma que defiende la justicia social que eso es un robo y va contra los mandamientos".
Lo curioso es que, después de esas afirmaciones, la gente lo votó y lo hizo presidente. Usando la lógica podríamos decir que a muchos argentinos no les importaba demasiado Bergoglio, ya que votaron sin ningún problema al candidato que lo insultaba. Lo contrario de la versión exagerada y edulcorada que los medios están instalando en estos días.
La muerte mejora mucho el prestigio de las personas.
Lo de Milei sigue el ejemplo del kirchnerismo, que pasó de llamarlo "colaboracionista de la Dictadura" y adjudicarle desapariciones a despedirlo como uno de los suyos. Leer a los kirchneristas en estos días hablando del Papa es el colmo de la vulgaridad intelectual y del mal gusto.
Los carteles en la calle diciendo "hasta siempre, compañero" muestran que el peronismo siempre puede caer más bajo. Echarán de menos sus temporadas en el Vaticano o poder ponerle a un Papa la bandera de La Cámpora. O las facilidades que les otorgaba tener cama adentro del Vaticano a algunos de los suyos, como Zaffaroni o Grabois.
Macri fue el más ubicado y contó una anécdota de una visita al Vaticano acompañado de su familia y las preguntas que su hija Antonia le hizo al Papa, y cómo este le respondió. Elegante manera, ya que, todos sabemos que Francisco despreciaba a Macri como despreciaba a todos los que él consideraba liberales y que no venían del pueblo. Tampoco le perdonaba a Macri que no hubiera parado el matrimonio igualitario en la Ciudad cuando Macri era jefe de Gobierno y él era arzobispo de la Ciudad.
Los que están muy afligidos son los terroristas de Hamás, que sacaron un comunicado muy sentido.
A mí me hubiese gustado que Bergoglio no justificara la invasión a Ucrania, que no hubiese sido despectivo con la oposición venezolana o que hubiese recibido a los opositores cuando viajó a Cuba. Pero todo no se puede.
(Columna emitida originalmente en el programa «Cristina sin vueltas», conducido por Cristina Pérez en Radio Rivadavia).